"Con lo que yo he sido".
Últimamente tengo que oír esa frase retumbar dentro de mi cabeza mucho más de lo que me gustaría.
Pensaba que nunca, nadie, iba a conseguir que yo diera mi brazo a torcer sin yo quererlo. También creía que siempre iba a estar un paso por delante de todos, que nadie conseguiría engañarme y mucho menos imaginé que alguien iba a provocar estas ganas de auto-inmolarme (emocionalmente). Me van los retos, de siempre, no es nada nuevo (y como ya sabéis ), estoy acostumbrada a tener lo que quiero.
Me he cansado de esperar, de insistir y de esforzarme por entender, o por aprender a entender(le). He entrenado mi paciencia, cosa que no sabía que tenía; pero de tanto tensar, mi cuerda se ha roto. Es lo que tenemos las de la vieja escuela, que estamos pasadas, y en ocasiones, como tú dices, rancias. Tampoco me gustaba esperar pero he tenido que hacerlo, muchas veces al día. Y aquí me tenéis desesperadita, hubiera preferido que nunca, pero llegó tarde.
Que sí, que una cosa es que me mole la adrenalina y otra cosa, es que ahora vaya convertirme en una Anastasia Steel, y me vaya a gustar que me den hostias, a diestro y siniestro. Mira, déjalo que esto no es lo mío. Por eso he decidido parar, frenar en seco, bajarme aquí y tirar para otro lado.
He de admitir que esta vez no gané, que no me salí con la mía y que no aguante como una jabata, pero ya escuece. Y otra vez Ramón dándome lecciones "es verdad nunca me dio esperanzas, pero tampoco me las quitó". Efectivamente, no podría estar más de acuerdo, sin mencionar que yo soy muy dada a montarme películas, para bien y para mal... y necesito realidad, en cantidades industriales.
Nadie va a convencerme de que tomo (o no) la decisión correcta, y tampoco voy a creer que lo estoy haciendo bien. Esta vez, no creo que vaya a perderme nada, como mucho me voy a perder más, si es que no estoy ya lo suficientemente perdida, que yo creo que ya vale, que un poquito más y no me encuentro ni yo. Al grano nena, que te estás liando, (¿yo? me extraña).