CONTRA LA HIPOCRESÍA.

"Fingimiento de cualidades o sentimientos contrarios a los que verdaderamente se tienen o experimentan."

Así define la Real Academia Española la palabra hipocresía.

Esta, es una de las cualidades del ser humano que más aborrezco. Esta sobredosis de falsa humildad que tanto está de moda, este cinismo desmedido, esta antinatural cortesía que se respira, ofrecida por una clase de personas con las que no concuerda, de las que nunca te la esperarías, y por consiguiente y en ningún caso real.

Y es que, hoy en día es tendencia tener mil caras, ser el perfecto caballero, la señorita ideal; intercambiar roles en cada momento, personalidades de quita y pon que se utilizan sin miramiento ni compasión, dependiendo exclusivamente de la persona a la que se tiene enfrente. Algunos lo llaman "adecuarse", otros "saber estar"; para mí, es pura hipocresía. No concibo como alguien puede estar en una postura inflexible, sujeta con argumentos complejos y convincentes, y mantenerse ahí, rebatiendo razones de peso; y con un pequeño cambio en la situación, puede posicionarse en la tesis contraria, sosteniéndola con la misma firmeza e inflexibilidad que la anterior, con la única diferencia de enfrentarse a un público diferente.

Y no, no me equivoco al decir público, audiencia, espectadores... porque, espero que nadie se moleste al oír que, esto se está convirtiendo en el Gran Show  de la vida. 

Si me permitís seré concisa, precisa y letal.

¿Dónde han quedado los principios? ¿Dónde han quedado todos esos valores que nos han inculcado desde nuestra más tierna infancia? Los vuestros no sé, los míos siguen intactos aún. Sigo fiel a mis principios, y no voy a permitir que una sociedad cruel, basada en las apariencias me diga quién soy, cómo soy o qué aspiro a ser.

Porque está bien sonreír al prójimo aunque sea sin ganas, está muy bien saber diferenciar cómo comportarse en distintas ocasiones pero lo que no está bien es que ni nosotros mismos, a día de hoy sepamos quienes somos.