Sigo buscando tus labios, esos que me hacen tocar las nubes.

Se necesita mucho valor para decirlo. Se necesita mucho tiempo para entenderlo, y reconocerlo. Pero el que más vale es el espontaneo, el que se dice sin pensar, el que se dice según se siente. Nunca te lo he dicho, aunque no sabes cuantas veces he pensado en ese momento. Si, tú, tú. Tú, que te tomas la vida como un juego, que me llevas, que me traes, que me destruyes y me construyes. Tú, que nunca has querido a esta ilusa que te escribe, esta tonta que no aprende, pero que cuando la has "querido", aunque no haya sido mucho, ha sido muy bueno. Tú que perteneces al pasado, tú, que quiero que formes mi presente para vivir un futuro. Tú que has jugado conmigo, a un juego consentido que todavía no ha acabado. Tú que nunca dejarás de sorprenderme, que espero que acabes suspirando por donde quiera que pase. Tú que nunca has sido mío, y siempre me has pertenecido. Tú, que sabes que te escribo, que sabes que me tienes, que sabes que no te olvido. Tú, sí, tú. Léeme de arriba abajo, que no puedo decirte de otra manera que quiero volverme a tropezar contigo, quiero tropezarme y darme una buena hostia, que las veces anteriores solo han sido rasguños, y me merezco una tremenda hostia, porque la he buscado, me la estoy currando y la quiero. Quiero volverme a tropezar contigo, porque ya dicen que el que siempre tropieza, más rápido avanza. Tú que sabes que quiero decirte una palabra, siete letras. Tú que sabes que hablo de ti... El tiempo corre, la paciencia se agota, y no voy a estar siempre a disposición de tu cama. Tú, y tú, y tú, y solamente tú...

Reinas de la maldad, vuelvo a las andadas, vuelvo a pensar en alguien que no me conviene, alguien que juega conmigo a un juego que me encanta. El mismo juego de siempre, el juego de "solo será cuando yo quiera", el de ahora te hago caso, ahora paso de ti, ahora me río contigo y ahora también lo hago, pero de ti. El juego de sígueme cual perrita en celo. El juego de nunca acabar. Le olvido, temporalmente. Será que me tiene embrujada, que es bienvenido en mi mente y que es deliciosamente doloroso en mi corazón. Que no aprendo, porque no me da la gana, porque no quiero olvidar, porque me niego a pensar que las cosas no van a salir como yo quiero. Es así. Quiero hacerlo, quiero hacerlo con él, si hasta ahora solo nos hemos tropezado en algunas ocasiones, (3 exactamente) quiero volver a tropezarme con él, de una manera estrepitosa. Quiero sacarme esta espina que tanto duele en el alma, en el corazón y en la conciencia. Yo siempre quise que fuera, el nunca quiso ser, y cuando quiere ser, me hace feliz, y quiero que sea. Siempre me acabo saliendo con la mía. Tarde un año en conocer sus labios buscándoles y soñándoles todos los días, ya han pasado 6 meses de ese día, 4 desde el último día y me muero de ganas de acabar con esta estúpida y ardiente tensión sexual. No soy ninguna zorra, y puede que penseis que no sé lo que hago. Creerme lo sé, hago lo quiero, lo que deseo, hago, como siempre lo que me da la gana.