No sé, la verdad. Este blog me ha dado tanto, que puede que no merezca una despedida. Pero yo he crecido, los que me leéis también, y ni a vosotros os interesa mi vida, ni a mi me interesa contarla.
No estoy diciendo que esto sea un "adiós" definitivo, porque para que nos vamos a engañar, sigo escribiendo, mucho, y hay cosas que acabaré compartiendo. Nunca tuve constancia, y cada vez he tenido menos ganas de sentarme y ponerme a vomitar sentimientos o meras frases absurdas que se me pasan por la cabeza.
Creo que estoy cerrando una etapa que hacía tiempo que debería haberse cerrado, porque ya no me gusta sentarme a teclear como una loca, casi obligada a actualizar semanalmente. No. Ahora prefiero sentarme, tranquilamente delante de un papel y dibujar palabras, que nada tiene que ver con aporrear un teclado.
Tendría que agradecer mucho a este espacio web, sobretodo a muchas de las personas que estáis al otro lado de la pantalla. Pero seamos francos, esto ya no es lo que era. Para mi es complicado escribir sabiendo que los ojos de alguien van a leer estas líneas, y mucho más complicado es saber que me expongo a ser juzgada, no solo por lo que escribo, sino por lo que dejo de escribir.
He acabado siendo esclava de mis palabras, y a mi no me domina ni Dios, con todos mis respetos.
No me quiero alargar mucho más, esto es como todo, basta que me esté despidiendo para que no me apetezca nada irme. Pero tened en cuenta, que si vuelvo, será porque realmente quiero compartir cosas, no porque me sienta obligada.
Gracias por estos años, por dejaros los ojos. Por entenderme con el corazón dejando la razón aparcada, por criticarme y construirme, Y por muchas otras cosas.
Solo quiero dejaros mi primer intento de post de despedida, que como veis, al final ha tomado otro camino y otras formas.
Siempre vuestra, nunca suya.
"He dejado de tener la necesidad de salir corriendo de aquí, ahora disfruto de la lluvia, del otoño y de Valladolid, que aunque sea una ciudad pequeña, fría y angosta, ni es tan triste como pensaba ni ha vuelto a hacerme daño otra vez. He abandonado la poesía melancólica de Sabina en forma de canción, ya no necesito que nadie me ayude a desgarrarme el alma, o un detonante para volver a quebrar la voz al tararear un verso de No puedo enamorarme de ti.
Tendría que agradecer mucho a este espacio web, sobretodo a muchas de las personas que estáis al otro lado de la pantalla. Pero seamos francos, esto ya no es lo que era. Para mi es complicado escribir sabiendo que los ojos de alguien van a leer estas líneas, y mucho más complicado es saber que me expongo a ser juzgada, no solo por lo que escribo, sino por lo que dejo de escribir.
He acabado siendo esclava de mis palabras, y a mi no me domina ni Dios, con todos mis respetos.
No me quiero alargar mucho más, esto es como todo, basta que me esté despidiendo para que no me apetezca nada irme. Pero tened en cuenta, que si vuelvo, será porque realmente quiero compartir cosas, no porque me sienta obligada.
Gracias por estos años, por dejaros los ojos. Por entenderme con el corazón dejando la razón aparcada, por criticarme y construirme, Y por muchas otras cosas.
Solo quiero dejaros mi primer intento de post de despedida, que como veis, al final ha tomado otro camino y otras formas.
Siempre vuestra, nunca suya.
"He dejado de tener la necesidad de salir corriendo de aquí, ahora disfruto de la lluvia, del otoño y de Valladolid, que aunque sea una ciudad pequeña, fría y angosta, ni es tan triste como pensaba ni ha vuelto a hacerme daño otra vez. He abandonado la poesía melancólica de Sabina en forma de canción, ya no necesito que nadie me ayude a desgarrarme el alma, o un detonante para volver a quebrar la voz al tararear un verso de No puedo enamorarme de ti.
Ya no me gusta escribir en arial, y puedo volver a releer lo que escribo (cosa que me da miedo, porque no se si esto llegará a publicarse). Gracias por continuar recargando este blog de vez en cuando, la verdad, es que aún no sé muy bien qué estás haciendo por aquí, si ya no escribo ni como antes, ni como nunca, no lo hago y ya está. Madurar ha hecho que valore más mi privacidad emocional, cuando me desahogo, en vez de "publicar" clico en "guardar". No tengo ni la necesidad ni las ganas de compartir mi vida, qué tal me va, cuanto me quieren o me dejan de querer.
El problema es que ya no me odio, y que la verdad, no me importa que otros me odien por mi. Apareció de la nada, justo en el momento en el que dejé de buscarlo, cuando más claro tenía que ya no o quería y que ahora iba a disfrutar. Llega, dispuesto a revolucionar tu vida, como si fuera un huracán. Dejas de lado tus principios, que siempre habían sido tuyos porque te habían costado más de lo que valían, y le da vuelta a tu vida. Con unos ojos azules que taladran tus retinas y de los que mi intuición decidió no fiarse, y mira por donde...
Ya no soy la que era.
Esto ya no es lo que es, pero es, que no es poco."